La locura de lo eterno by Tatiana Ballesteros

autor:Tatiana Ballesteros
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
publicado: 2019-07-14T22:00:00+00:00

Arcángel

Dicen que la lealtad es el bien más preciado de un ser humano y, cuando a un ser humano se le otorga la maravillosa cualidad de ser amigo, la lealtad es una cualidad que va intrínseca en dicha aptitud.

Ernest había visto la lealtad de miles de personas a un hombre que decía ser un líder, a un hombre que prometió un mundo mejor y una Alemania infinita, y él no entendía cómo se podía otorgar una lealtad tan extrema y extremista a alguien que construyó su fama gracias a la violencia, a la intolerancia y al odio más profundo. De hecho, durante algún tiempo detestó la palabra «lealtad» porque no consideraba que se usara para nada bueno. Encontrar a Hubert le hizo ver las cosas de un modo totalmente diferente, y es que sintió esa cualidad desde la cima de una amistad pura y sincera. Se había quitado un peso de encima al contarle a su amigo el mayor secreto que jamás guardó y, pese a que por unos momentos se arrepintió, finalmente supo que esa sinceridad lo llevó a que el resultado fuera mucho mejor: la lealtad de un amigo.

Por otro lado, Hubert se sentía contrariado. Todos sus principios y todo en lo que él creía se vio desbaratado una vez que Ernest pisó fuerte en su vida. Y no solo porque la soledad se hiciera su mejor amiga y establecer una relación de amistad con alguien en tiempos de guerra se le hacía imposible, sino porque la esvástica que le asomaba por el cuello de su camisa comenzó a perder volumen en sus pensamientos. Razonar y encontrar a un nihilista como Ernest fue el punto de inflexión que él necesitaba para darse cuenta de que lo que existe no es ni la mitad de lo que vemos. Le costaba asimilar la idea de que había asesinado sin escrúpulos al doctor Schneider, pero lo que más le costaba asimilar era que su camarada, su amigo, su pierna derecha…, tenía otro amigo al que conocía mucho antes que a él. El hecho de tener que compartirlo se le hacía más duro que saber que Ernest tenía un punto de locura entre tanta razón.

El hospital dio un giro de ciento ochenta grados desde que sucedió el asesinato y, aunque condenaron a su supuesto asesino, la entrada del nuevo director de Beelitz-Heilstätten cambió el rumbo de todas las personas que aguardaban su recuperación en el mayor complejo hospitalario militar que vio y ha visto Berlín.

Esa mañana, con la llegada del nuevo director, los pacientes debían ponerse en fila en la puerta del complejo, a los pies de las cuatro columnas que tanto atemorizaron a Ernest cuando llegó. El personal sanitario denotaba un especial nerviosismo por la llegada del nuevo director, cosa que hizo que la ansiedad de los pacientes incrementase cuantitativamente. Nadie sabía el nombre de aquel nuevo doctor, ni cuál era su especialidad ni por qué le temían tanto sus propios compañeros. Hubert escuchó por los pasillos que lo llamaban el

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